N-630. Un poco de historia, con anécdota épica. 2ª parte

 Buenos días.


Nos encontramos en la carretera de Gijón a Sevilla, la N-630. La que antiguamente se conoció como la Madrid a Gijón por Adanero, en su vertiente norte. 

Como continuación de Un Viaje Asturleonés y de algunos tramos de la provincia de León, seguimos descubriendo lugares con encanto y un buen pedazo de historia. 

Vamos a hacer inventario de algunos elementos, varios de los cuales ya han desaparecido, y visitar varios tramos que han quedado obsoletos. 

Empecemos por la ciudad de Zamora, situada en la meseta norte pero además ubicada en una especie de pequeño oasis, teniendo en cuenta sus alrededores. 

El imponente Puente de Piedra, que pasa sobre el río Duero, supone la primera parada del viaje. Él es uno de los mejores ejemplos de cómo un elemento histórico puede datarse como Patrimonio, gozar de protección oficial, y ser restaurado y permanecer igual de bonito (o casi) de lo que ya era antes de la reconversión a paso peatonal. 




Sí buscamos un poco, por toda nuestra geografía existen otros buenos ejemplos, por ejemplo en León, Burgos y Valladolid, sin ir más allá. 

Sí bien otros no han podido ser obsequiados con el mismo tratamiento, e incluso alguno se está empezando a caer a pedazos. Alguno ya hace varios años que ha iniciado un lastimoso e ignominioso estado de ruina total, ya sea estando en campo abierto o al lado de una urbe. 






Y, como he venido comentando, jamás debería permitirse semejante desidia. Es necesario que sean protegidos y convenientemente restaurados. 

El puente actual de hierro por donde pasa la misma carretera que utilizaba el de piedra, no está nada mal. La Ingeniería del Hierro también ha dejado numerosos ejemplos de maestría y saber hacer. 





Un pretil metálico protege, tanto a los vehículos contra una salida de vía, como a algunas vigas del propio puente, de los vehículos que pudieran impactar contta ellas. Doy fé de que el pobre vehículo y sus ocupantes serían los más afectados. Ésto hace que se pueda considerar esa protección como insuficiente, aunque al menos la limitación de velocidad es consecuente. 


Seguimos, y nos vamos a otro punto lejano. En Asturias, en éste caso. 








Éste imponente puente cruza el río Caudal. Años ha, la carretera N-630, que desde León a Gijón conservó siempre el mismo trazado, pasaba sobre él. 

Ahora, esos tiempos ya pasaron. Y aunque se sigue utilizando y se halla en muy buen estado, la vía que pasa sobre él no es apenas una sombra de lo que llegó a ser. 



La carretera vio hace décadas cómo su trazado cambiaba a una variante mucho menos sinuosa, que finalmente pasaba bajo éste puente junto al río, que evitaba la mayoría de las travesías y que, incluso, llegó a reemplazar todo un puerto de montaña situado al norte de éste lugar, mediante una gran variante que viaja por el interior de varios túneles. 




Tampoco es desdeñable el asunto de los pasos a nivel, que ya ni existen en su inmensa mayoría pero... Ejemplos, haberlos haylos. Y aquí tenemos uno. 

La carretera, para evitarlo, posteriormente vio cómo se construía una curva, algo más al norte, y se fulminaba cualquier posibilidad de invasión del trazado ferroviario, lo cual a pesar de la pequeña molestia de desplazarse 150 metros hacia el norte, dio mucha más seguridad a los usuarios y vecinos. Es destacsble que también se construyó una pasarela metálica, pero ésta, no sé hallaba en muy buen estado durante la toma de éstas imágenes. Finalmente se puede decir que ha sido convenientemente adecentada. 




Y no es el único símbolo que nos queda del antiguo paso a nivel. 

Los adoquines del antiguo firme también se hallan en ese mismo lugar. Es una pequeña muestra de cómo eran antes las carreteras nacionales. 




Dudo mucho de que veáis muchos trenes en mis reportajes, y éste será de los pocos ejemplos. Una composición interurbana atravesando lo que era la N-630, sirva de muestra del constante peligro que se eliminó al hacer desaparecer éste peligroso cruce de vías. 

No sé vosotros, pero yo NO echo nada de menos en absoluto éstas intersecciones, ya tengan regulación de paso mediante barrera o no. 




La actual pasarela peatonal elevada también sirve para ojear un poco los alrededores. 




La variante de la N-630, quedó años después integrada en la A-66, que ahora y salvo el sinuoso paso de peaje y de alta montaña que existe entre Campomanes y Virgen del Camino, ofrece un viaje notablemente menos accidentado, más cómodo y rápido para los conductores que utilizan ésta ruta. 




No vais a ver tampoco muchas imágenes mías de la AP-66, está claro que existiendo el puerto de Pajares, el de Somiedo, el del Pontón, el de Tarna, el de Leitariegos y demás..., pues prefiero divertirme un rato por una carretera sinuosa y gratuita, que pagando por transitar por una autopista, que no está mal, pero el trayecto se acaba demasiado rápido y está claro que apenas te ofrece sitios adecuados para detenerte durante el viaje, por muy espectaculares que sean algunos de éstos. 

Cerca, ya habiendo dejado el puente de arcos atrás, encontramos ésto. La antigua N-630 va al otro lado del río. Aquí ha quedado lo que supongo es un antiguo puente sobre la vía estrecha. Pero la carretera, en la cual he aparcado y en cuyo arcén me hallo ahora, lo evitó porque la A-66 directamente se lo iba a cargar, como así fue. Y ahí se ha quedado, y como se ve el guardarraíl tampoco está en sus mejores días. 





Veamos ahora un elemento de contención antiguo, que eh ojo, allí sigue, pero en vez de reemplazarlo por una más actual, se ha optado por una solución salomónica para que siga ejerciendo la función para la cual fue colocado allí (imagino que) hace más de 70 años.

Ni más ni menos que ésto... 




Vamos, que no se anduvieron con rodeos y, para evitar que un guardarraíl más nuevo lo reemplazase, optaron sabiamente por reforzar sus postes metiéndole directamente unos más modernos por detrás, que ha quedado bastante basto, sí, pero ¿acaso hace falta más? Ya no es una carretera de mucho tráfico, de hecho es comarcal ahora, así que tiene su mérito el haberlo "actualizado" así, ya que la madera de los postes originales tampoco está en sus mejores días. 

Veámoslo. 





Y no sólo ha recuperado el nivel de protección. Lo ha superado incluso, debido a la inclusión de unos enormes pernos y de barras de tipo refuerzo para hormigón armado, que unen de manera solidaria todos sus elementos. 




Así, éste viejo rockero se resiste a la jubilación. Y allí permanecerá aún muchos años. Desde luego, sólo le falta un buen tratamiento de pintura, pero es que actualmente no es en absoluto necesario. 




También se halla preparado para las frecuentes nevadas invernales. Siendo un poco jocoso, no creo que nadie pueda sancionar a quien se puso a actualizar ésta antigua monoonda con postes de madera. Han sido tan previsores, que incluso le han colocado las cadenas. 




Cosa que no puede decirse de éste congéneres situado más al sur, que como ya habéis visto en una de las anteriores entradas, ha sido innecesariamente reemplazado por un guardarraíl nuevo y reluciente...; con los postes atornillados al suelo. 

Ésto sí que es una ignominia. 





Situémonos ahora más al sur, ya habiendo atravesado la frontera con León, habiendo pasado lo peor de la rampa del Pajares. 

Aquí debo hacer un paréntesis con una anécdota bastante rocambolesca. Copio y pego, pero mejorando algo la forma de hablar, que tampoco es que hace una década fuese la mejor 😂


"Ésto es una vivencia muy curiosa, que tiene por protagonistas, a mi ex-mano y a mí, en dos bares de carretera. Para alucinar.

La anécdota sucedió en pleno viaje por la N-630 de León a Asturias; como parte de mis reportajes, íbamos parando sobre la marcha en varios sitios para que yo tomara unas cuantas himájenes  de todo lo interesante que había en el recorrido.

Hace unos diez años largos, volvíamos de León por el puerto de Pajares, parando en no sé cuantos sitios, y se nos hacía ya tarde para comer, iban a ser las tres ya, así que decidimos parar en un bar-restaurante de Busdongo de Arbás, creo que tenía nombre de mujer o algo así. (Sí lo sé pero no quiero decirlo, de todos modos sólo ese es así así que bien fácil es saber de cuál hablo... Puntualizar que, hace años, la gerencia cambió a mucho mejor, y el lugar pegó una mejora abismal, que falta le hacía, pero ésta anécdota se centra en 2011, ya que fue cuando sucedió).

Bien. Paramos allí, pero en un cuarto de hora nadie nos atiende...  Así que salimos hacia el otro de al lado, pero tienen plato del día y como nosotros queremos bocadillo, salimos. Vemos el grande de al lado de las vías, hecho de pizarra y de varios pisos, pero aún así (y sin que a día de hoy me pueda explicar por qué) decidimos volver a entrar en el antro ese, a pesar de que la impresión causada por el infructuoso cuarto de hora de espera no fue muy buena...

Y aquí empieza lo bueno. Cállate, cuñao. Ve cargando.

Entramos, y no es que tuvieran demasiada gente en el restaurante (que estaba tras las puertas dobles esas típicas de madera que se abren para ambos lados, a lo saloon de un western, pero en versión d migrante). Estaba más o menos a la mitad de capacidad de comensales, no había mucho alboroto. 

Unos minutos después, aparece el dueño, un paisano mayor y bastante majo, nos pregunta que si estamos atendidos, decimos que no, y se va a avisar de que hay clientes en la barra. Todo ésto con gran amabilidad. 

En la cafetería había un paisano, que esperaba desde antes de entrar nosotros allí, va la paisana (a simple vista parecía la típica mujer ruda de pueblo, aunque simpática y amable) y le atiende, él pregunta que si hay mesas libres para comer y tal, y le dice la otra, que no hay casi sitio y que si quiere comer ese día es mejor que se vaya de allí  el paisano estaba  yo estaba , mi ex-mano estaba  y el paisano se toma el vaso de agua de un trago y se las pira , entonces la paisana nos ve, pero hace caso omiso y se vuelve adentro. A donde no había muchos comensales, seguramente a espatarrarse en una silla... 

Entonces nos ponemos a leer el periódico. Lo acabamos sin que nadie nos atienda. Entonces abro la puerta 🚪 "del servicio" 🚽 y tengo que hacer contorsionismo para ni que sea entrar y cerrar la puerta. La madre que parió a Paneque con el tamaño del micro báter de turno...  

Entonces, vemos un cartel enmarcado en una de las paredes, que dice al parecer, que la cadena Ser lo recomienda... Vamos, como la guía Michelin y tal, empezamos a reírnos por lo bajini, todo ésto habiéndonos asegurado de que no rondaban por allí  

Yo me voy al servicio, y cuando estoy dentro tengo que hacer auténticas filigranas para no tratar de orinar y acto seguido incrustármela en un ojo... 🤣🤣🤣 Casi era más grande la jaula de un grillo, que ese puñetero "servicio", sobre todo porque estaba equipado a tope, todos los elementos posibles minúsculos y allí comprimidos.  

Al salir, mi ex-mano ve el servicio y tiene que hacer milagros para no partirse...  Ésto tampoco lo ve nadie de allí porque nadie sale a atendernos, y no es que estén atendiendo a los de dentro sino que están adentro en la cocina o arriba tocándose la gleba en lo que parece la vivienda...  

Como no había nadie, ni a nadie le importaba, pues nadie nos oía, además el bullicio de la poca gente tras las puertas se oía muy por encima de nuestros cuchicheos... Ya estábamos bastante  por llevar un acumulado de 35 minutos allí esperando sin resultado alguno... 

Y cosa de diez minutos después, sale de nuevo la paisana, se nos pone delante en la barra mirándonos con cara casi de 😡⛔ , nosotros así y nos pregunta toda seca que si queremos algo. Vamos, la misma actitud con la que le habló al otro de que mejor que se largara de allí si es que quería comer aquel día. 

Yo pedí algo de beber, algo frío y refrescante; ésto es lo que mayormente viene siendo un Nestea. No tenía. Y me lo dice con un

NO HAY

que poco más y del vozarrón me mete a hacer gárgaras en el micro-no-servicio. Así que dejo pedir a mi ex-mano, que a éstas alturas ya está aún más  que yo.

Pregunta que si tienen pinchos. La paisana tal que así 😒 Entonces pregunta que de qué tamaño son más o menos los pinchos. La paisana poco más coge a mi mano y la llama imbécil directamente, el careto que teníamos es que ya era de epicidad y para enmarcarlo. Después de otro  de libro, pedimos lo mismo los dos. Esto no tendría mayor importancia si no fuera porque no nos dejó pedir ni la bebida antes de desaparecer de nuevo para dentro.  

Se va acumulando el tiempo. Unos diez minutos después sale la vieja de nuevo, y le pregunto (amablemente, que os veo venir ) que si falta mucho para que comamos. Pues no me suelta literalmente... 

-Tú tranquilo, que antes de que te mueras tienes el bocadillo en la mesa.  

Mira... Todos los  del sistema solar no son suficientes para describir cómo me quedé. Mi única reacción fue una colosal carcajada, ya que seguramente y en mi candidez juvenil no me creyera que aquello estuviese sucediendo. Mientras tanto, mi ex-mano mantenía la misma cara de   siendo tal que no era capaz siquiera de reírse. 

Y aún no habíamos podido pedir nada para beber. Aquello era el colmo ya.  

Otros doce o quince minutos después, esperando por un pequeño y sencillo pinchito que se hace en dos minutos, decidimos que ya habíamos tenido suficiente. De hecho, nos podríamos haber largado tras sólo diez minutos de espera, pero entonces, ésto no estaría puesto por aquí, ¿no? 

Pues nada, a bajar el puerto. Pasamos de seguir un minuto más en el pueblo con tal de alejarnos de la vieja esa y de semejante cochambre de antro. A ver dónde comemos ahora, que van a dar las cuatro...  El restaurante que hay bajando Pajares está cerrado desde hace más de un año así que hasta lo menos Campomanes, nada de nada... Ya si eso yaaaaaaaaa, pues tira para Lugones ya, si pal caso... 

Y entonces, ¡¡EUREKA!! ¡El restaurante había vuelto a abrir! Una gran novedad. Flipamos. La suerte se ponía de nuestro lado. No teníamos que bajar todo el sinuoso puerto para conseguir comer mínimamente bien aquella desternillante tarde...  

Hasta aquí, la "anécdota". Ahora se invierten las tornas. Porque si pasáis al mediodía alguna vez por el Puerto de Pajares, os recomiendo encarecidamente que si queréis comer bien, os detengáis en ese bar-restaurante que hay antes de Pajares en la ascensión del puerto. 

Se llama El Ruchu (en la actualidad, éste establecimiento ha cambiado el nombre) y creo que más de uno ya sabéis cuál es y habréis parado más de una y de diez veces. 

Aquel día triunfamos por el solo hecho de detenernos allí. Comimos un pincho de carne que era un auténtico FILETE, con un pan más que bueno y de una calidad suprema, con helado de postre y todo. Tal era el bocadillo, que ni siquiera pude morder el filete. De tal manera que preferí pedir unas patatas fritas y comí así, llevándome el pan con el jugo del filete para la cena. Y menuda cena, gensanta! 

Además de que estuvimos allí cosa de una hora y todo el rato charlando con los dueños, que eran los camareros, jóvenes y muy majos. Muy buen ambiente, y muy buena comida.

Pero de lo otro aún nos estamos befando hoy día, porque vamos, para grabarlo. Menuda jodida amargada de paisana. Si no nos hubiésemos parado tras Pajares (bajando) a comer allí... nos hubiésemos quedado sin comer. "


De modo que, una vez descrita semejante barrabasada de cochambre tanto de antro como de atención, dejó aquí constancia de que la gerencia relevó hace ya años, y según testimonios el sitio ese mejoró mucho pero aún así no soy quien vuelva a detenerse en el sitio ese, prefiriendo el Ezequiel II en Villamanín, el antiguo Ruchu o, qué narices, como he hecho tantas veces, alimentarme con bocadillos, zumos, leche o también yogures de beber. 

Siendo que ya la anécdota de marras, queda aquí escrita para dejar constancia de tal barbarie 😂😂😂, ponemos de nuevo rumbo al sur, dejando atrás Arbás del Puerto y Busdongo de Arbás, para continuar nuestro viaje por carretera con los menos incidentes posibles. 

Allí se hallaban también éstos restos del pasado, el antiguo firme de la carretera nacional, y lo era así en dos tramos que, finalmente, fueron salvados por un par de túneles, y que ya fueron visitados anteriormente en la visita a Los tramos de El Tueiro y La Vid de Gordón.






Y esos adoquines han sido cubiertos por una estupenda y muy nueva capa de liso y moderno asfalto. 

Ahora nos desplazamos hacia el norte de nuevo, a un recorrido por el puerto de montaña antes mencionado. Es notable que varios elementos históricos y que son declarados en parte Patrimonio, se hallan todos por la zona. 

Es de destacar el Puente de la Carretera de Castilla, así como el pontazgo (el portazgo que se hallaba en los puentes importantes), un majestuoso hito leguario y algo más, y que lo veremos luego. 






Para poder pasar sobre el río, y no hacer un puente masivo, era necesario una curva cerrada en el acceso desde el norte. Aquí se halla y sigue conservando tanto su pequeño radio, como su acentuado peralte. 






Durante mi penúltima visita a la zona, me perturbó bastante la visión de dos socavrones justo junto a la línea de borde. Así que, ni corto ni perezoso aun disponiendo de pocos medios, enganché un buen pedazo de poliestireno expandido, vamos, de corcho, lo partí en dos cachos y lo aseguré mediante un par de montañas para que se viese bien, y nadie cometiera el error de reventar un neumático o algo peor en aquel par de diabólicos agujeros. 

Y allí seguía cuando pasé sin detenerme la última vez que recorrí la zona. 




Es la primera vez que una panorámica de las mías define algo tan a la perfección, la curva cerrada que allí existe para dar paso al majestuoso puente. 



Una perturbadora visión del par de diabólicos agujeros que allí había. Llegan a crecer un poco más y podemos ver la noche cerrada en Wellington con un catalejo. 



Visto ahora, en perspectiva, la parte blanca me había quedado con la forma de una tumba... Y eso que sólo lo hice para señalizar los agujeros, pero desde aquí quiero ahora rendir mi más sentido homenaje a los muelles, trapecios y llantas caídos en acto de combate... 🤣🤣🤣 

Y ahora sí. El Puente de la Carretera de Castilla. Imponente, sobre todo para su época. Grandes obras y mejores ingenieros quienes las llevaron a cabo. 






A destacar también la gran altura de los pretiles laterales, casi tan altos como una persona. 







Su estado permite sin objeción alguna el paso de vehículos pesados. La línea interurbana que pasa por la zona lo demuestra. Cada media hora de ida y cada media hora de vuelta. 



Volveremos muy pronto... 

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