La Ruta del Agua. Carreteras, Ríos y Embalses. 8ª parte. C-635 (II). Picos de Europa.

 Buenos días.

Enlazo aquí la parte anterior del viaje, que prosigue así hacia el sur tras pasar la frontera del Puerto de Tarna. 

El paisaje se muestra particularmente bonito con las últimas nevadas del invierno, y la nieve brilla bajo el sol acogiéndonos como una sedosa manta. 






Al poco llegamos a San Glorio y pasamos frontera de nuevo para ir al sureste. 




Un firloyo pandeirante de los muy pocos que he visto dañados. Daba la sensación de que un camión grande lo había embestido antes de que existieran las biondas en el lugar, que para un vehículo así no valen de mucho pero pueden al menos desviarlo. 





Tras el adiós a la nieve, se viene la niebla cuando nos hallamos en pleno descenso. Y qué descenso, desde luego el puerto bien merece la pena si lo tuyo es el volante porque lo vas a disfrutar. 





Éste es uno de los motivos. Las horquillas, si bien lo de hacer alguna parada para contemplar allí las vistas se descartó al no poder ver gran cosa. Mejor es cuando las nubes no te envuelven y para eso se podrá regresar. 




Los garlumflios glambicléiros, por muy sosarras que sean tienen su utilidad que no es más que indicarte el borde de la calzada durante las nevadas fuertes y te sirven así de guía. 

Yo elegí hace mucho no conducir en condiciones de nieve profunda, básicamente porque a nadie que le haya pedido enseñarme a hacerlo aceptase y desde ahí me he negado en redondo. Habrá tiempo para eso si alguna vez me da la vená, pero sólo lo haría con neumáticos de clavos o cadenas. No acepto ese cacho de tela a lo funda ni sobornándome. 





Desde luego la carretera mola bastante, y aún más considerando que se trata de una nacional. Cuando sales por ahí y disfrutas de carreteras despejadas con arcenes de dos metros ya te llegas incluso a desacostumbrar a la alta montaña, pero un día que regresas te pones a conducir de nuevo por tales rutas y ya vuelves a gozarlo casi como si te chutases directamente en vena nueve pitufos de chocolate concentrado. 





Al fin dejamos atrás la niebla, que no obstante no desluce nada en un puerto de montaña. Para mí son inseparables y no considero que un puerto de éstos tenga gracia si no lo recorro con niebla al menos una vez. Es así, y hay que aceptarlo. 





No llegaremos a la civilización. La cabra tira para el monte y ya me podía quedar viviendo en un pueblo pequeño, que no una aldea. Es la esencia y si bien la villa me gusta mucho, encuentro encantador un pueblo de unos 5000 habitantes que ya tiene casi de todo y aún así conserva todo lo bueno del pueblo de toda la vida, como debe ser. 




El firloyo pandeirante intacto y protegido ha sido capaz de sobrevivir y se yergue orgulloso. 





La ruta se rodea de belleza natural y verdor por todas partes siendo una gozada inmensa. El aroma a natural y a puro nos resulta cautivador. 





Y aún así no faltan algunas poblaciones mayores en las que puedes detenerte a comer y tener una gran experiencia gastronómica. 





Pero aún no hemos llegado al lugar más mágico del viaje, incluso habiendo recorrido todo aquello nos espera algo que ya es embaucador. 





Un desfiladero más... Tras el de hace unos meses en el de Los Beyos que ya es tremendo, ahora nos las veremos con el de La Hermida. Sólo aviso que hay que pasar por él y disfrutarlo. Es tremendo. 




Potes debía de ser la localidad más grande y creo que la más próspera de toda la zona, parecía casi una pequeña ciudad. Me encantó. 






No menos auténtica es ésta imagen obtenida casi de pura casualidad... Un pedazo de todoterreno de los de verdad, no lo que te tratan de colar ahora que no vale casi ni para ir sobre grava, y con la montaña que se ve al fondo. 

Yo quiero ésto y para siempre, de ahí nadie me va a sacar y no acepto las medias tintas esas que no hay por dónde las coger. 





Volvemos a terreno escabroso tras el valle... 




Y es ahora cuando empieza lo mejor de todo. Sólo hay que disfrutarlo, nada más. Y dejarse llevar. 






Entramos en un profundo cañón excavado durante millones de años por el río que se ha llevado por la erosión la roca menos dura. El resto ha quedado y se presenta ante nosotros como una enorme mole granítica que no lo negaremos, produce respeto. 





Como la luz al fondo del cañón escaseaba, tampoco las fotografías salían perfectas. Era una cámara ya con decenas de miles de fotos a cuestas, una Nikon Coolpix L20 así que ya bastante hacía. 




La belleza pintoresca de los pueblecitos en medio de las montañas es más que destacable. 




Y sucede como en Los Beyos, viendo por dónde y cómo va encajada la carretera casi parece de coña llamarla la nacional pero es así. 




Lugares algo más sombríos no faltan, y tampoco es desdeñable el peligro de desprendimientos. En una buena parte del recorrido había unas redes sobre la carretera de las que estaban sostenidas por gruesos y rígidos postes de acero para al menos tratar de que no te caiga encima una roca de media tonelada. 





No existen arcenes, ni líneas de borde y lo único que señaliza éste son las biondas, los hitos de arista y en ocasiones alguna línea discontinua junto a algunos pequeños apartaderos para dos o tres turismos. 




Eso sin contar con la presencia del río que viaja al lado, desaparece y reaparece varias veces. Durante la primavera desciende pletórico y bravo. Ello no lo reflejan las imágenes tomadas con esa cámara que ya estaba un tanto trillada por el uso y el abuso. 






Parece el cañón de nunca acabar... Naturaleza pura y bruta. Espléndido. 





Y se puede comprobar que la propia carretera es tan antigua como parece si atendemos a la fecha de construcción de los puentes que se necesitan para pasar sobre las abundantes aguas. Ojo porque en los pretiles se han instalado bandas reflectantes con la intención de que las puedas ver durante un fuerte temporal en plena noche cerrada, algo que es una muy buena idea desde luego. 






Y en muchos figuraba la fecha tallada en la piedra, imperturbable ante las agresiones meteorológicas. 






No abunda el espacio disponible para detenerse, es cierto. Pero en cuanto puedas deberías salir y echar un vistazo a tw mágico lugar. Y utiliza el sentido del olfato, porque no te lo vas ni a creer. Pocos lugares tan salvajes como éste he visitado. 







Parece totalmente lógico que éste lujoso autocar de Setra se quedase en 12 metros puros y duros. Ellos son los mejor adaptados para tales recorridos y tan agrestes parajes. 

Pese a ello, me consta que los de 15 metros también circulan por la zona. 





Sólo es una pequeña pausa... Porque volvemos al cañón que reaparece de nuevo. 




También aparecen puentes, montañas agrestes de roca viva, y la fecha de apertura de la carretera. 







Cambiamos de nuevo, volvemos a pasar por una línea de frontera. Y no será la última. 





Recuerdo que no muy lejos se descubrió alguna especie de dinosaurio al que le dieron el "apellido" de Riodevensis, como si se hubiera hallado en ésta zona hasta que ves su nombre que es Turiasaurus, habiendo sido descubierto en Teruel. Que de todas formas bien podría ser el mayor dinosaurio de toda Europa, o al menos el mayor hallado por ahora. 






El viaje no termina aquí, pero las fotografías sí. Al irnos hacia el norte ya de nuevo en Cantabria tras fotografiar éste Setra S215HD, más veterano y no obstante igual de bueno. Los dos fabricados cómo no en Cantabria, éste cuando Seida los hacía con la pertinente licencia de Kassböhrer, y el anterior de la empresa Autobuses Palomera ya bajo la propiedad del fabricante alemán. 



Un gran viaje que finalizó regresando a casa tras una buena cena al lado de la TransCantábrica y el consecuente viaje a Asturias, y dando carpetazo a la jornada con un baño de una hora. 

Éstos viajes son de los que mejores sensaciones dejan y los recuerdas con una sonrisa. 

Volveremos muy pronto. 

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