Un entrañable viaje por los recuerdos. La Carretera Transcantábrica asturiana y aledaños

 Buenas tardes. 

Un reportaje que llega antes de unas rutas mayores y más significativas por parte de la Costa Verde. 

Nos vamos de viaje. Un agradable trayecto por carreteras que en buena parte han quedado vaciadas por las modernas autovías. 

Empezaremos con la zona más cercana a Avilés para ir subiendo el nivel... Ésta última expresión la vais a comprender muy pronto. 

Recordad, pinchad sobre las imágenes para verlas con calidad adecuada. 









Ahí está la Playa de Salinas (concejo de Castrillón). No sólo es posible disfrutar desde la misma arena. El acantilado que se yergue sobre ella, que posee incluso una pequeña área recreativa y es parte de la Senda Norte también nos brinda una oportunidad de gozar de una buena vista panorámica de todo el entorno. De hecho, en noches claras se puede ver el Faro de Peñas en la distancia, guiando los barcos con su destello. No es broma, hay que ir y verlo en el sitio. 



Esa es la minúscula playa de El Cuerno. Justo al lado pero pedregosa y muy castigada por el mar: tras haber separado la península de La Peñona y haberla convertido en el Farallón de La Peñona, sigue atacando con el oleaje y erosionando más y más. 

Es posible llegar hasta la zona en un autobús urbano, en el que posiblemente ni os hayáis fijado pero ahí hay un Mercedes-Benz Citaro G de 18 metros pasando justo en esa fotografía. 

La L1 de CTEA es la que cubre ese recorrido que por otra parte, tras el túnel que está regulado mediante dos semáforos, se hace un tanto estrecha y sinuosa. El recorrido apenas sufrió cambios desde que aquellos Tranvías Eléctricos desaparecieron de las líneas suburbana. Y no siempre se pueden cruzar dos autobuses grandes como si nada. Hay que tener en cuenta que aquellos entrañables tranvías median como mucho 9 metros, y no eran ni de lejos tan anchos como un Citaro. Échales dos metros diez y creo que ya me estoy pasando. 

Aún así el recorrido es una auténtica gozada, aunque algunos conductores no opinen lo mismo. No les condeno por ello, ya que se dedican no sin cierto mérito a llevar un buen montón de vidas dentro de unos largos vehículos pesados y colosales. 






Esas son unas vistas de la N-632, cerca del Alto del Praviano y de lo vacía que se halla ésta importante ruta nacional desde que la A-8 acaparó la inmensa mayoría del tráfico. No miento si dejo aquí escrito que la intensidad media diaria no tenía absolutamente nada que envidiar al tramo de Alfajarín a Fraga de la mítica N-II, o al Puerto de Contreras de la N-III. Por exagerado que pueda sonar... Ya que yo viajaba por ella más de dos veces a la semana y me tocó viajar por allí miles de veces. Creedme... Un desvarío se queda corto para ni llegar a definirlo. 

Aún mantiene una pequeña porción de aquel tráfico, pero esos tiempos ya pasaron. Era una absoluta pasada viajar por aquí hasta finales de la década de 2000 cuando la autovía se iba abriendo a plazos, tramo por tramo y de los cuales el Praviano fue precisamente de los primeros. 

Las imágenes que siguen corresponden al Viaducto del Río Nalón. Una especie de portilla invertida, ya que tras un pronunciado descenso desde Soto del Barco llega aquí, y vuelve a subir a Muros de Nalón por otra pendiente casi igual de fuerte. 

Y eso que el trazado se había suavizado hacia años, entre mediados y finales de los años 80 aunque cueste creerlo, pero sólo en cuanto a las curvas anteriores. Las fuertes pendientes siempre fueron una constante y algo más que normal en buena parte de la N-632. 

Se puede ver al fondo uno de los viaductos de la A-8, muy cerca ya del túnel de Somao y al lado de Muros de Nalón, bonita y típica población que se halla a dos kilómetros de la playa más próxima. 

Lo más llamativo de éste viaducto es que a pesar de incorporar en su día unas protecciones dignas de llamarse así, no se ensanchó absolutamente nada más. Ya había sido un poco ensanchado hacía unas décadas... Y se optó por dejarlo igual, lo que podemos notar sobre todo en la absurda amplitud de las dos aceras laterales. 

Casi habría sido más lógico dejar sólo una acera pero más ancha a dos tan sumamente estrechas, ya que hay que caminar evitando los postes de la barrera vehicular, haciendo una especie de slalom humano. 

La bionda de bajada hacia el viaducto también se va ya mereciendo una jubilación y un recambio, al igual que sus postes en H que, como ya comentaba en una anterior publicación, son tan peligrosos que deberían ser retirados y es más, recambiados todos ellos y con efecto retroactivo. 

El guardarraíl situado en el exterior de la curva deja ver los grandes avances implementados. Postes menos lesivos y además recubiertos por una plancha que cede en caso de golpe y recupera su forma, sujeciones con una placa de absorción antes de llegar a dañar los postes, éstos que ya no sobresalen del perfil superior de la bionda, al fin una barrera metálica decente para proteger a cuantos más usuarios mejor. Un gran sistema y ampliamente probado. 

Ahora sí que nos podemos asomar al río Nalón actualmente, sin asquearnos para nada. Tras décadas de aguas negras por efecto de la mineria del centro de Asturias que dejó sus aguas prácticamente inhabitables, ya se puede practicar la pesca, disfrutar de una buena vista y hasta visitar el minúsculo embarcadero que ojo, se halla en el interior de la curva. 









Sobre la ridícula talla de las aceras, desde luego y en éste caso vale una imagen más incluso que 100.000.000 de palabras... 😂😂😂 




Uno se pregunta en qué consistió la obra de mejora en seguridad, aparte de doblar la cantidad de pilares de apoyo en el lecho del río. Aquí va el documento que siembra la duda: la aparición de una imagen del viaducto en años pretéritos sería algo genial. 




No sé si simplemente se amplió con someros voladizos para añadir esos ralos pasos peatonales, que desde luego habría sido mejor dejar sólo uno algo más ancho. Ya que la barrera existente en la actualidad no se puede considerar una protección muy adecuada; pero al menos el agua espera casi justo debajo. 



No muy lejos, una de las magníficas playas ya nos brinda ésta perspectiva. Sin siquiera llegar a ella, la Playa del Silencio nos regala éstas maravillosas vistas de unas aguas impolutas y súper sanas. Al igual que la mayoría de las playas de la accidentada y castigada y erosionada por el mar costa asturiana. 

No todas las playas son accesibles con facilidad, y no todas son adecuadas para el baño. Hay que andarse con ojo en éste aspecto. 






Veamos ahora una de las características más destacables de Avilés y del entorno de la Ría de ésta localidad. 

Al igual que en al caso del Nalón, las aguas de ésta ría sufrieron durante décadas la perniciosa acción de los lodos industriales, en ésta ocasión la industria del acero. Aunque ENSIDESA nos brindó una prosperidad y un crecimiento desmesurados y con ella todas las demás industrias que llegaron después, también eliminaron la vida natural del entorno. Las aguas se tornaron oscuras, insalubres y turbias. En bajamar había que cerrar todas las ventanillas al pasar por la N-632a y por la N-633 portuaria. 

Hasta que al fin, hace escasos 20 años, las principales factorías fueron poco a poco cerrándose y en algunos casos mejorando sus métodos de fabricación, cómo no con alguna que otra cuantiosa y magna sanción de por medio. Y es que a veces, si no tocas la cartera, es como si no hicieses nada. Bien tomada está esa decisión: al cuerno con las empresas que no respetan el medio ambiente. 

Ya y como último paso se dragaron absolutamente todos los lodos nocivos, se sanearon de manera consecuente el calado y las orillas y desde hace una buena temporada podemos disfrutar de una senda peatonal y ciclable a ambas orillas de la Ría que al fin, ha vuelto a albergar vida. Peces, ánades reales, cormoranes son un vivo y próspero ejemplo de la actual vida en la zona, a pesar de que la ciudad está justo pegada a su Ría. 

Nuestra Ría, me permito matizar ya que soy avilesino y por tanto testigo directo tanto de la insalubre situación anterior, como de la actual.

Si bien sigo prefiriendo que una parte de esa industria no se hubiese ido, es de auténticos necios tratar de negar o de poner en tala de juicio la más que abismal mejora del entorno. 

La peculiar construcción que se ve, es el Centro Cultural Internacional Óscar Niemeyer. Su nombre se lo debemos a un hombre, un artista que lejos de ceder a la presión de varias urbes como Oviedo o Gijón, se plantó y aseguró que de no construir éste Centro Cultural en la ciudad de Avilés, no lo construiría en Asturias y quizás ni siquiera en España. Fue tan claro y tajante que no hubo más dudas ni más discusiones. 






Los autobuses urbanos y suburbanos, autocares y trenes de distintos anchos de vía comparten las líneas que pasan al lado de la Ría y entre ésta y el puro casco antiguo. 







En éste punto éste Puente de San Sebastián era, tras un paso a nivel la carretera que comunicaba Avilés con Luando y aún antes, la carretera de Avilés a Luanco pasando por Avilés. Cuando las tres poblaciones tenían un número de habitantes similar... Hablo de cuando éramos literalmente parte del 3er mundo. 

Una pequeña parte del decimonónico pretil de protección aún se puede hallar bajo el actual viaducto de la N-633 radial, que comunica la N-632 exterior, abierta un año antes que ella con la zona industrial y portuaria. 





No voy a negarlo y es que no me gusta absolutamente nada la actual y más que horrenda decoración del puente que a diferencia del antecesor, que se hallaba y por qué no decirlo así totalmente escacharrado, es monobloque. Se hizo de una sola pieza. 

Parte de éste antecesor, que se halla en un estado peor que pésimo entre la senda y la N-633 portuaria y que se trataba de un puente de hierro con remaches estructurales, no como en el nuevo donde son ornamentales ya que es un puente autoportante. 

Y aún antes que él, y demolido por "supuesta" ruina en 1890 se hallaba un preciosísimo puente de piedra de tres arcos, del cual hay pocos documentos gráficos, pero como se dice por éstas tierras, haberlos háylos. 





La corrosión del hierro es tan terrible y masiva, que de haber seguido en su lugar es más que de tener el que se hubiera ido a tomar por saco él solito durante un vendaval. Es que ni las vigas maestras se han salvado y a tal punto de que era harto difícil la posibilidad de haber llevado a cabo algún tipo de restauración que no fuese el cambiar todas las vigas de manera directa por unas nuevas de acero con tratamiento marinado, ya que estamos al lado del Mar Cantábrico y no olvidemos que el salitre llega aquí en no pocas ocasiones al tener sólo dos kilómetros de amplia ría durante los que llega volando. 








El terrible estado de éste puente hacía que no fuese en absoluto recomendado pasar sobre aquellas ¡PLANCHAS DE ¡¡GOMA!!! que se habían colocado entre las ya peor que desvencijadas vigas maestras para tratar de pasar a la otra orilla. 

Y es que tras la apertura del puente Azud durante los primeros años de la década de 1960 y que cuenta con cuatro carriles y mediana, éste pobre puente, tan típico y auténtico se quedó sin mantenimiento alguno. 




Afortunadamente, la situación de todo el entorno de nuestra Ría y de ésta misma ha mejorado de forma abismal en las dos últimas décadas. 








Se echa bastante de menos no obstante la pujanza de la industria, que llegó a llenar Avilés con unas 102.000 almas durante los 80, y sólo para luego ir descendiendo hasta los actuales 83.000 y todo ello partiendo de los más o menos 20.000 que éramos durante 1950.

Muy pronto volvemos... Y nos iremos un poco más lejos... 

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