N-632 y aledaños (8ª Parte). Agradable y encantador paseo costero.

  Buenas tardes.




Iniciado el viaje junto al Cabo Vioño, cercano a Oviñana y de donde parte éste reportaje. 





Por allí pasa parte de la senda costera, un paseo ya más que prolongado junto a los acantilados y las playas que jalonan la costa asturiana.






Los farallones que el embate de las aguas ha ido separando de tierra firme siempre confieren una atractiva peculiaridad a éstos lugares. 





Como parte de la tradición pesquera de tan ricas aguas se exponen algunos vehículos marinos que forman parte indisociable de su historia. 






El local estará muy bien, se comerá genial, se puede estar guay del Paraguay pero lo que no hace más que horrorizarme es esa mezcla absurda de dos idiomas. El espanglish se queda a su lado en mera coña de prepúberes. 




Como testigo de los varios cambios que se fueron haciendo en la vieja carretera costera, que se iba abriendo a tramos mientras se hacía la variante se halla los sobreanchos de ciertas curvas. Hay que tener en cuenta que el último tramo quedó abierto al tráfico nada menos que en 1996...




..aunque también podría haber alguna que otra barrera adecuada y no la barandilla, por no decir los puntos sin absolutamente nada que quedan aún más desprotegidos. 





Uno de los puntos de la variante que más llama la atención es el Viaducto del Pintor Fierros. Éste ya era imponente como la nacional moderna y es tan grande y alto que se optó por ampliar el tablero el que se apoya sobre el Arco de La Regenta viéndonos nosotros como unos auténticos microbios. 






Tampoco es el mayor viaducto de la zona, ni el más largo ni el más alto. Algunos lo superan de manera que consiguen dejarlo casi, casi enano. 





Ese día, la N-632a era especialmente transitada. El pasar de muchas motos, algunos camiones y demás hacía que pareciera que la vieja rockera quisiera recuperar su pulso. 





Pocos apartaderos había por entonces. Desde luego la ruta habría agradecido más, pero en carreteras de montaña no siempre es posible, ni fácil. 




Las vías del ferrocarril de Ribadeo pasan al lado de ésta revisada carretera que no para de dar curvas de todo tipo, subidas y bajadas entre valles, ríos y montañas. 




Pero ya más allá en la ruta de Galicia también se puede ver cómo en sitios más abiertos se consiguió hacer variantes que evitaban tramos difíciles. 





Y el firme soportaría el tráfico actual. De seguir en uso habría sido reafirmado varias veces. 





Evita su corta variante el paso directo sobre uno de los arroyos. Ésto es constante en tales rutas. 






En esos momentos se encontraba literalmente seco. 




La variante evita también alguna travesía como la de ésta aldea. 

Pueblos mágicos que quedaron segregados pero cuya historia no sufrió las consecuencias de tener una variante mucho más lejana. 




Una travesía que ya con dos variantes sigue siendo actual y muy transitada, pero es que la población es infinitamente más importante que la anterior. 




En bajamar el espectáculo no es tan cautivador, pero cuando sube del todo la marea es otra cosa. La playa es muy conocida en la zona. 





Y con esas aguas que incitan a convertirse en un animal marino, no me extraña. Qué gozada. 

Pero la cabra tira al monte, y me quitas éste y ya me has jorobado para una década. 




Más allá puede notarse la importancia de la ruta y es que Alsa la cubre en su línea Ribadeo Oviedo y viceversa. El tamaño del Setra lo demuestra. 




Otra de las curvas viejas. Parte de ella es ahora de la finca de una vivienda, parte sé cubrió con tierra del talud de la nueva curva. 





El espectáculo natural es fascinante. 




Ya vimos ésta vieja curva, pero con éste coche la había empezado a recorrer hace poco tiempo. 





Su variante es la carretera actual. La de ésta quedó destruida en 2010, y tras un tiempo la definitiva se quedó adueñándose del valle. Hoy es uno de esos lugares encantadores y tranquilos que presta de verdad visitar una y otra vez. 




Las condiciones de la ruta hoy día se nos podrían antoja como draconianas. Y eso que no es éste el paso más estrecho que había. 





Durante el ocaso, su encanto reaparece. Es éste uno de esos puntos donde tampoco estaría mal contar con una barrera sencilla, ya que la caída sería tan profunda que te quedarías estrapallao vivo sobre la arena de la playa. 




El paisaje de la zona, eso sí es precioso. El río allí desemboca en el Cantábrico creando acumulación de grava desde donde se puede contemplar toda la zona, viendo además ambas rutas desde ese punto. 




El ocaso muestra todo su encanto con sus colores durante las tardes veraniegas. 




Poco más allá tras el descenso, ese mismo viaducto aparece adueñándose del valle. 




Uno de los elementos icónicos de la época fueron éstas escuelas nacionales, situadas por todo el país y que muchas se han visto reutilizadas. 







Finalizamos por hoy el trayecto al lado de una de las capillas que existen al lado de la N-632a. 




Volveremos muy pronto. 


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