Rasa costera Asturiana. Peñas y Calellas. De Avilés a Luanco ( I )

   Buenos días. 




  Uno de los últimos viajes que hice antes de vender el coche, en otoño del pasado año y quedó por tal razón inacabado. 




  Así, la continuación por Candás y Perlora hacia la zona de Gijón se mantiene en futuribles, cosa que no parece ser muy abarcable a pie y sin disponer de un automóvil. 




  Se iniciaba éste trayecto en una jornada nubosa y relativamente fresca partiendo de Avilés por la ya conocida como carretera de Peñas, la AS-328. Ésta parte de la de Luanco justo tras pasar la ría hacia el concejo gozoniego, a la izquierda. 

  El primer tramo discurre junto a un polígono de la zona y con sólo un pedazo abandonado que hace una antigua curva por lo que no tiene demasiado interés. 

 Éste pequeño tramo se puede visionar en la primera parte del siguiente vídeo (propio): 




  Tras una intersección más allá, sube junto a una cantera y describe unas curvas en la cima de una loma, que es donde se inicia éste viaje. 




  Así, sucede que tras haber coronado el alto, que no tengo idea de su denominación inicia un descenso, todo el tramo con condiciones de suciedad por los constantes camiones de obra de las canteras y por estar en medio de lo que aún es un bosque. 

  Justo allí, junto a una salida de camiones y al lado de una importante fábrica de aluminio vemos una protección metálica considerablemente rígida, que debería evitar la caída de un camión por el hondo precipicio que existe entre la fábrica y el monte. 

  La situación de una barandilla y canalizaciones en ese lugar también habla de que el personal que se dedica al mantenimiento hace algunas revisiones de éstas, que en principio son de la fábrica. No lo sé con seguridad. 





  Habiendo ya bajado del monte, siguiendo sin salir del trazado podemos parar en un restaurante que existe junto a un cruce doble con dos carreteras locales. Muy cerca vemos ésta típica construcción, la torre del Difuntín y cuyas viviendas aledañas están habitadas. 




  El bello paisaje costero asturiano, que suele estar muy castigado por el mar aparece poco más allá, y lo vemos tras aparcar junto a un mirador de una de las playitas y calas que jalonan el recorrido. 




  La geología sigue imparable su acción. El efecto de la erosión del oleaje sobre las capas de roca que se han ido depositando durante miles de millones de años, y que se han ido moviendo por los caprichos de la rumba que se marcan las placas tectónicas son bien visibles en las zonas donde no hay arena. 




  No son pocas las charcas de éste tipo donde se puede ir a marisquear y hasta a coger cangrejos, solo que yo soy mucho más tolerante al pescado que al marisco el cual no me interesa apenas nada, por mucho que pueda sonar extraño. 




  Varias de las mini bahías que vemos son el efecto de la erosión de las olas. Éstas van modelando el contorno de la costa a su capricho. Así, socavando la roca más débil van dejando la más dura casi sin protección hasta que las separan de tierra firme. 




  El resultado son los farallones, que son sólo las rocas con las que el oleaje no ha podido y quedan como islotes, o también penachos de roca dura que sobresalen de la superficie del mar. 




  El camino no es malo, pero está en parte hecho por carreterucas de tipo vecinal que unen caseríos entre ellos y los conectan con la carretera AS-328. Nada delicado en cualquier caso. Recordamos que por ellos hay que conducir preparados para dejar paso a otros vehículos, o incluso retroceder ante la aparición de pequeños camiones. 




  Por mucho que la cámara de un Galaxy A34 no sea la panacea, se porta bastante bien como para dejar testimonio de la belleza del entorno. 





  Una de las localidades, Verdicio vio durante el verano de 2010 que le cayó encima una inmensa tromba de agua proveniente de los riachuelos y los arroyos de parte del concejo de Gozón. 

  La misma tromba que hemos visto cómo se cargó indirectamente el tramo de N-634a en El Bao y que empeoró los daños sufridos por la N-632 en la zona de Carcedo al tirar abajo otro tramo después de que el primero se cayese por sí solo al terraplén. 

  De hecho, los daños fueron tan severos que casi asesinó a los dueños del establecimiento hostelero ubicado justo en el paso que la tromba esa, que venía con la fuerza de un maremoto utilizó para llegar al Mar Cantábrico. Se llevó el edificio puesto y lo hizo desaparecer del mapa. 









  Parece casi absurdo pensar en que en medio de un entorno tan tranquilo se hubiera desatado el infierno hace ahora casi 14 años. 

  También la marejada destruyó la carretera que daba acceso a la playa, por lo cual ahora hay dos accesos a ésta y desde hace poco están unidos por un puente exclusivamente peatonal. 

  Y muy cerca de allí, otro torrente tan severo como el anterior se llevó por delante parte de la misma playa, dejando una charca como recuerdo y en la que ahora podemos disfrutar de un inesperado encuentro con una bandada de ánades reales. 





  La carretera AS-328 quedó cortada en dos puntos por haberse debilitado el terraplén en el cual se apoyaba, necesitando obras consistentes en la colocación de una escollera de rocas para afirmar más su base y evitar así en el futuro nuevos cortes por la desaparición del trazado. 

 Afortunadamente la mayoría de vecinos de toda la zona se salvaron de verse directamente afectados, pero no olvidarán fácilmente lo acontecido en ese verano de 2010.




  Un acceso más intrincado, al estar asfaltado todo él hasta la entrada de un restaurante más allá pero a pesar de desaparecer ese firme justo después no ofrece problemas para llegar a otro punto, donde mi pareja y yo dos detuvimos a comer. Llevando las cosas la jornada y el disfrute se prolongan. 

  Ni ella ni yo teníamos la menor gana de regresar aún a nuestros quehaceres cotidianos. 




  Contar con un adecuado vehículo con altura libre suficiente nos ayuda a llegar a lugares como éste sin tener que preocuparnos. Y lo nublado de la jornada nos ofrecía además la tranquilidad de ir al sitio dejando las ventanillas entrecerradas algún que otro centímetro, con el calor en aumento era buena idea que el habitáculo se airease un poco. 




  Una pequeña zona de merendero, y más sencilla que la cerradura de un tarro sólo para nosotros. El bienestar y la relajación llegaban para recobrar la absoluta tranquilidad que daba semejante paisaje. Tan sólo la breve aparición de una patrulla pudo distraernos de manera breve antes de volver con la mirada a recorrer el paisaje costero. 




  Y mejor así, nublado ya que con la catarata del ojo que iba en aumento no deseaba yo gran solanera. Menos mal que esas circunstancias ya pasaron, y ahora podemos disfrutar de los viajecillos con la garantía de que no haya estorbos. Lo que no hay ya es el coche, pero te las vas apañando. 





  Los farallones, como indicaba antes. La roca más blanda sucumbe a la acción erosiva del agua, y se deshace en partículas de sedimentos que también tienen la ventaja de formar la arena de las playas que los demás disfrutáis de seguro más que yo, que soy un amante irreductible de los abismos. Pero no le pongo tampoco trabas a un agradable paseo por el ídem marítimo. 




  Éstas formaciones de roca son muy particulares y ofrecen una atractiva singularidad a los paisajes costeros agrestes y castigados por las olas. 




  Como avance, la llegada al Cabo de Peñas el que aparece poco después nos ofrecerá de las mejores vistas de toda la jornada, pero ojo aquí. La visita no es muy recomendable con mala meteorología y no se hace nada agradable en días ventosos salvo que seas un poco aventurero. 

  Por si acaso, no te salgas de la senda marcada y que se basa en una plataforma de madera elevada sobre el rocoso terreno del cabo más septentrional de Asturias. 





Volveremos muy pronto... Con la segunda parte de la visita a la rasa costera. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Compañeros de Ruta y Afición. Blogs y Páginas sobre el mundo de las Carreteras Históricas

Parque de la Naturaleza de Cabárceno. 14 de agosto de 2022

Un viaje por los recuerdos. Naturaleza, Cañones y Alta Montaña. Siéntete Vivo